Luis XVI miraba un día el extenso listado de los setecientos aspirantes a ocupar cuarenta plazos vacantes de la Escuela Militar. Junto al nombre de cada aspirante, se hallaba el de una persona que lo recomendara. Entre esos nombres figuraba el de la reina, el del delfín, el del Ministro de Guerra… y otras destacadas personalidades. Sólo unos pocos nombres no llevaban recomendación alguna, por lo que el rey preguntó:
-¿Podía decirme, quién recomienda al resto?
Su ayudante de campo, que le había traído la lista, le respondió de inmediato:
-Nadie, Majestad, no tienen quien los recomiende.
-Entonces, yo lo haré.
De inmediato, el rey escribió su nombre junto al de los pocos que no tenían recomendación. Lógicamente, éstos fueron los primeros en ser admitidos, para asombro de ellos mismos.