Toscanini, Arturo (1867-1957) MUJER- CONCENTRACIÓN- BELLEZA

Toscanini se negó a admitir mujeres en su orquesta. En una ocasión le preguntaron:

-¿En su opinión tocan mal las mujeres?

-En realidad lo ignoro. Nunca he dirigido a ninguna.

-Entonces, ¿por qué no lo prueba?- insistió uno de los del grupo.

-Prefiero no correr el riego, pues si son bonitas distraerán a los músicos, y las feas me molestarían a mi.

Dumas, Alejandro (hijo) (1824-1895) PATERNIDAD- ADMISIÓN- RECONOCIMIENTO

Dumas era hijo natural de Dumas padre y Marie Catherine Lebay. Al parecer, también él tuvo hijos naturales con varias mujeres. Uno de sus hijo biológicos cuenta que, una vez, fue citado por el juez para que reconociera a un hijo suyo. Era la madre del niño la que pedía el reconocimiento. Dumas dijo que si veía al niño y lo conocía, lo reconocería. En una de las citaciones, compadeció a una mujer con el niño en brazos. Dumas los vio y expuso esta curiosa declaración.

-Reconozco a este niño como hijo mío; pero me es totalmente imposible reconocer a la madre- dijo asombrando a todos.

Y por más que ella intentó reconstruir ciertos detalles de su efímera relación, él no lo recordó, o fingió no recordar nada. Hasta que al fin el juez, ya cansado, le preguntó:

-Pero vamos a ver señor Dumas: ¿Conoce o no conoce a esta mujer?

-¡Claro que sí! Hace ya una hora que discuto con ella. Y si la sesión dura una hora más, llegaremos a ser buenos amigos.

Sarah Bernhardt – actriz

sarah_bernhardt2Cuando dijo que quería ser actriz, su madre la llevó al conservatorio para aprender artes dramática,s pero no admitían a ningún nuevo alumno sin someterle a un examen que consistía en hacerle representar una escena de alguna obra de teatro. Sarah no sabía ninguna y se ofreció a recitar una fábula de La Fontaine, «La cigarra y la hormiga». Y el director, encogiéndose de hombros, le dijo:

-Bueno, aunque no sirva… Así veremos cómo andas de voz.

Sarah recitó la fábula y el director interrumpió a la mitad con una pregunta:

-¿Eres judía?

-De nacimiento, sí, pero me bautizaron.

-Menos mal, porque de lo contrario no te hubiéramos podido recibir. ¡Quedas admitida!

Le bastó aquella media fábula para comprender que la niña tenía madera de gran actriz.