Mozart, Wolfgang Amadeus (1756-1791) PRECOCIDAD- AGRADECIMIENTO

Mozart fue un niño prodigio. A los seis años ofreció un concierto  en la corte de Viena, en presencia de la emperatriz María Teresa y su esposo Francisco de Lorena. Una de las hijas de los emperadores, la archiduquesa María Antonieta, de cinco años de edad, futura reina de Francia, llevó al niño a ver sus muchos juguetes. Mozart, quien era un niño muy sensible, le dijo:

-Es usted muy buena y muy bella, y quiero que nos casemos. Pero yo soy pobre y no tengo juguetes.

La emperatriz, enterada de los sentimientos de niño músico, le dijo:

-Tú eres pobre, pero serás el rey de los músicos, y puedes muy bien casarte con nuestra María Antonieta. Pero son demasiado niños todavía. Deberían esperar algunos años.

Y Mozart, para mostrarle su agradecimiento por aquellas palabras, besó su mano y le dijo:

-¡También me casaría con usted, señora!

Tiberio (42 – 37 a Jc) DÁDIVA- AGRADECIMIENTO- CRUELDAD

Tiberio miraba a un pescador que desde hacía rato trataba de pescar algo, cuando al fin logró apresar a un róbalo no muy grande y se lo ofreció al emperador. Éste, al verlo tan pequeño, ordenó que se lo restregarán por la cara al pescador. Entonces, el desdichado hombre dijo:

-Debo estar feliz por que al menos no le ofrecía una langosta.

-No debes estarlo tanto.

Y, para hacer realidad sus palabras, ordenó que le trajeran una langosta con el fin de que el infeliz pescador también se la frotaran, por haberse osado responderle al emperador.

Pasteur, Louis (1822-1895) DÁDIVA- DONACIÓN

Pasteur, que había descubierto la vacuna contra la rabia, andaba siempre falto de dinero para sostenimiento del Instituto Antirrábico, también fundado por él. Visitaba constantemente a gente rica en busca de cierta suma que le faltaba. Así acudió a la casa de la viuda Bondicant, dueña de los Almacenes Bon Marché. Pasteur era entonces un anciano de aspecto bien humilde. La señora le recibió y Pasteur expuso tímidamente el motivo de su visita. Al fin, la duela de la casa le dijo lo que tantas veces se dice en esos casos:

-Tengo ya distribuidas mis limosnas y no puedo acceder a otras peticiones. Lo siento mucho… usted perdone…de todos modos algo le daré, para evitar que resulte del todo incómodo su visita.

Salió y regreso con un cheque firmado. Pasteur miró la cantidad antes de dar las gracias: ¡un millón de francos! Se quedó boquiabierto, realmente asombrado. La viuda Bondicant le abrió los brazos y Pasteur la estrechó emocionado. Fue ella entonces la que le dijo:

-Gracias profesor, por haberse acordado de mi.