Van Gogh, Vincent (1853-1890) AMARGURA- EXCENTRICIDAD- SOLEDAD

Van Gogh era un hombre difícil, con extrañas reacciones. Muy enamoradizo, pero nada seductor. Las mujeres no le amaban. Estuvo enamorado de una prima suya, que lo despreció. El joven pintor intentó hablar con ella algunas veces y nunca lo consiguió. Fue a buscarla a su casa y ella no lo quiso recibir. Había ahí una lámpara de petróleo, y Van Gogh le rogó a la madre de la muchacha que le dejara ver a la hija, aunque sólo fuese el tiempo que él aguantaría el dedo en la llama. Ya se iba a quemar el dedo, cuando la mujer llegó a tiempo de apagar la lámpara. Entonces, el pintor salió de la casa gritando:

-Dios mío ¿Por qué me has abandonado?

Byron, lord (1788-1824) COMPLEJO- PESIMISMO

Le molestaba tanto su cojera que le impedía gozar ampliamente la vida. Tenía alrededor de los veinte años y se quejaba de su mucha desgracia al reverendo Becher. Y éste le decía:

-Pues lo tenéis todo en esta vida: un nacimiento ilustres, buena posición económica y, sobre todo, una inteligencia privilegiada que se sitúa por encima de la mayoría de los hombres.

Y Byron le contestó:

-Y una pierna estropeada que me sitúa muy por debajo de la inmensa mayoría.

Bretón, Tomás (1850-1923) AMARGURA

Se le censuraba que la mayoría de sus obras pecaban de profusas, confusas y pesadas,… No ignoraba estos juicios donde Tomás, y con tal amargura y la de verse apartado del conservatorio, donde tan magnífica labor veía realizando, en el apogeo de sus facultades, falleció:

Diez años antes de tan triste fecha, se estrenó en el Teatro Real de Madrid, Parsifal, la famosa obra wagneriana. La expectación era enorme. Con la representación llenaba parte de la tarde y de noche, y las reglas de etiqueta se observaban muy severamente, los aristocráticos abandonados al regio coliseo tuvieron que cambiarse de ropa aprovechando un entreacto. Algunos lo hicieron en el interior de sus coches, …, lo cual fue un divertido acontecimiento.

Sin embargo, menos diversión halló la mayoría en la partitura de Wagner, aunque otra cosa aparentaron. Bretón, que asistía al estreno, no se contuvo, y al terminar la presentación se le oyó decir, con un vozarrón característico, en el grupo de amigos que lo acompañaba:

-¡Miren ustedes, si ahora me descubrieran que Parsifal, lo he escrito yo…!

Y lo cierto es que la gran obra wagneriana se sostuvo en los carteles del Real mucho más tiempo que las obras de Bretón.