Solange, su hija, se casó muy joven con un pintor mediocre llamado Clésinger. George Sand nunca aprobó aquel matrimonio. Incluso lanzó una amenaza literaria contra su futuro yerno.
-Si usted se atreve a casarse con Solagne-le dijo- lo haré protagonista de mis libros. Sin decir su nombre, le aseguro que todos lo conocerán.
Y Clésinger, que gozaba de una buena agilidad mental, le respondió:
-Y yo, en venganza, la pintaré desnuda, pero con el rostro tapado. Estoy seguro de que, si no todo el mundo, muchos hombres la reconocerán.