Nietzsche escribió un libro, Así llamó Zaratustra, que no lo quiso publicar ningún editor. Él mismo lo editó y ofreció después los ejemplares a sus amigos con la condición de que se comprometieran a leerlo. Sólo siete lo hicieron, por lo que comentó:
-Es tan amigo mío, que ni la lectura de Así llamó Zaratustra ha roto nuestra amistad.