Un discípulo le preguntó a Sócrates qué era mejor, casarse o estar soltero, a lo que el filósofo le contestó:
-No hay solución ambas son buenas al principio. La soltería comienza con el nacimiento y el matrimonio con el amor. Pero con el tiempo los dos llegan a ser difíciles de sostener y, por cualquiera de las dos que te decidas, a la largo, te arrepentirás.