Paseaba el general Mitre por una de las calles de Buenos Aires, cuando un jovencito con un cigarrillo en la mano se le acercó y le pidió candela:
-¿Señor, me da usted fuego?
El general miró al chiquillo, llevó su cigarro a la boca y le dijo:
-Enciende.
El muchacho se empino todo lo que pudo, pero en vano fueron los esfuerzos para alcanzar con su cigarrillo al general.
-¡No alcanzo, señor!- dijo el chiquillo
-Bien- contestó entonces Mitre,- ¡cuando alcances fumarás!
Y siguió su camino sin mirar.