Cleopatra (69-30 aJC) ASTUCIA- APUESTA

Cleopatra le ofreció a Marco Antonio una comida de diez millones de Sestercios. Era en extremo difícil gastar tanto dinero en una sola comida, por lo que Marco Antonio apostó a que no era posible. Cleopatra aceptó la apuesta y nombraron a un tal Planco como juez de la apuesta.

La comida que Cleopatra ofreció a Marco Antonio era más o menos como todas. Cleopatra llevaba dos gruesas perlas colgadas al cuello. Y le preguntó a Planco:

-¿Cuánto pueden valer estas perlas?

-Por lo menos cinco millones de sestercios cada una.

Cleopatra se descolgó la perla, la dejó caer en una copa y llenó la copa de vinagre. Un rato después, la perla se había disuelto en el vinagre. Cleopatra se lo bebió. Cuando se iba a disolver la otra perla. Planco la detuvo, diciéndole:

-No hace falta. Has ganado.

Y Marco Antonio lo reconoció también. La otra perla fue ofrecida a la diosa Venus y quedó colgada del cuello de la estatua de la diosa  que estaba en el Panteón (templo consagrado a los dioses romanos).

Carlos I, de España (1500-1558) CABALLEROSIDAD-HONOR- CONFIANZA.

Entre Carlos I y Francisco I se había firmado el Tratado de Madrid, que perjudicaba a los franceses a favor de España. En uno de sus viajes a Flandes, se detuvo a París y fue huésped de Francisco I.

Los nobles franceses decían a su rey que no lo dejara continuar el viaje, si no anulaba antes el Tratado de Madrid. Francisco I se negó, dando muestras de gran caballerosidad, aduciendo lo siguiente:

-Es mi huésped y no puedo dejar de hacer honor a la confianza que ha depositado en mí.

Poco después en una ocasión, que estaba a solas con el emperador, le contó la petición de sus nobles y cómo les había respondido.

-De todos modos- dijo Carlos I- si cree que el consejo es bueno, pienso que debería seguirlo.

Pero, por supuesto el Rey de Francia no lo siguió.

Alejandro Magno (356-323 aJC) CABALLEROSIDAD

Vencido Darío, entre el botín conquistado estaba también la esposa del rey de los persas. De ella no consta el nombre. A la hora de reparto de botín, le preguntaron a Alejandro qué debería de hacer con la reina de Persia.

-¿Cómo es?

-Joven y bella

-Trátenla con todos los honores que merece su rango.

-¿La quieres ver?

-No.

Y aunque nadie se lo preguntaba, dio la siguiente razón:

-No la quiero ver, porque si es joven y bella me gustaría, y como no debe de cuenta a nadie de mis acciones, haría con ella lo que es posible hacer a una reina vencida.