La Pavlova se destacó por ser muy generosa y caritativa. El presidente de Venezuela le regaló en una ocasión una valiosa estola de piel en la que había mandado a escribir el nombre de Anna Pavlova con monedas de oro de veinte dólares. En el momento de agradecerle el regalo, la sensible mujer expresó:
-Por primera vez no quisiera llamarme Anna Pavlova.
-¿Por qué?
-Por qué este dinero lo he decidido repartirlo entre mis pobres. Y si me llamara Anastacia Edvardova Karavaniskai, les habría podido dar muchos dólares más.