Pirandello, Luigi (1867-1936) CASUALIDAD – HUMOR – ENCUENTRO

En 1924, cuando fue a recoger el Premio Nobel, buscaba el salón donde se llevaría a cabo el acto, cuando vio a un señor de uniforme y le preguntó:

-Por favor, ¿sabe usted en qué salón se entregarán los premios?

-Sígame; yo voy para allá.

Cuando llegaron a la puerta, el señor de uniforme se detuvo:

-Entre usted; yo debo aguardar aquí, pues según el ceremonial seré el último en entrar.

-¿Usted es…?

Gustavo, el rey, ¿y usted?

Pirandello, el premio Nobel.

Maugham, William Somerset (1874-1965) HECHO INUSITADO- ASESINO- CASUALIDAD

Un día estaba sentado con un amigo en el salón del hotel, en Worthing. Acaba de cometerse un crimen, y no se había detenido aún el criminal. Los periódicos dedicaban toda su atención a aquello, por lo que ambos comentaban. Un desconocido sentado cerca de ellos intervino en la conversación.

-Yo pienso- dijo- que si quieren hallar al criminal, deben de averiguar el móvil del crimen. Si no hayan móvil no encontrarán al asesino.

Se desconocía totalmente el móvil de aquel caso, puesto que el asesino no había robado nada a la víctima. Se sospechaba quizá de un crimen sentimental. El desconocido insistió:

-Si no descubren el móvil, no hallarán al asesino. O sea, que el asesino lo ha hecho sólo para pasar el rato, porque le divierte matar, es inútil que la policía lo busque. Yo tengo mis motivos para creer que esta vez ha sido algo así.

Maugham, curioso, le preguntó por qué pensaba así. Y el desconocido le respondió:

-Por una sencilla razón: yo soy el asesino.

Maugham y su amigo quedaron tan atónitos que, cuando empezaron a reaccionar, ya había pasado un buen rato: el desconocido había desaparecido.

Beethoven, Ludwing van (1770-1827) CASUALIDAD- ADMIRACIÓN- RECONOCIMIENTO- AMABILIDAD

beethovenHabía entonces en Brunswick un organista llamado Widebein, cuyo mayor deseo era conocer personalmente a Beethoven. Tanto, que hizo un viaje a Viena sólo con ese fin. Una vez ahí se encaminó a la casa de Beethoven, cuya dirección le habían dado.

Por el camino encontró a un grupo que ayudaba a un cochero a levantar su caballo, que se había caído de un resbalón. Se detuvo a ayudar también. Habló con uno de los que ayudaban y le dijo que acaba de llegar a Viena.

-Pues le diré dónde está lo mejor de la ciudad para que lo vea.

-Es que no he venido a ver la ciudad, sino a conocer a Beethoven.

-¿El músico?

-Sí; si es que me recibe

-Seguro que sí. Pero no será necesario tanto requisito para conocerlo, puesto que ya lo conoce.

-ciertamente…, no.