Miguel Ángel (1475- 1564) CEGUERA- INSEGURIDAD

Estaba ciego al final de su existencia. Su gran consuelo era que alguien lo llevara al museo, frente alguna de las esculturas antiguas que más le gustaban. Allí pasaba horas palpándolas con gran emoción.

El David, la Piedad y Moisés, son sus tres esculturas más importantes. Los tres rostros muy parecidos entre sí, como de la misma familia. Una vez terminado el gigantesco Moisés,, Miguel Ángel lo vio tan humano que le golpeó la rodilla con un mazo y le gritó a la estatua.

-¡Habla… Habla!