El novelista tuvo un tiempo de mucha popularidad y algunas de sus obras fueron llevadas a la pantalla, entre ellas, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, por lo que en uno de sus viajes de regreso a América Latina, existían versiones piratas, no sólo reediciones de obras que tenían éxito y que se hacían sin consentimiento del autor, y desde luego sin pagarle derechos, si no que obras que nunca había escrito cierto autor y se publicaban con su nombre, y el libro que le ofrecía aquella señora era uno de éstos. Blasco Ibáñez desconocía la existencia de aquel libro, cuyo título leía por primera vez.
-Este libro no lo he escrito yo- aseveró el escritor.
La señora, vivamente sorprendida, quedó en extremo desilusionada .
-¡Vaya! Con lo que me ha costado llegar hasta aquí y que no me sirva de nada.
-No se preocupe señora, se lo firmaré igual.
Y lo firmó con esta dedicatoria “ En homenaje de amistad, ocasionalmente demostrada, a la señora tal y tal dedico este libro que no he escrito yo” y firmó.