Valle- Inclán tenía una deuda que no podía pagar. Un día acudieron a su casa a embargarle y el novelista los recibió con gran cortesía:
-Por favor señores ¿traen la orden judicial?
Amablemente también le mostraron la orden y el escritor observándola durante unos segundos preguntó:
-Dígame, ¿Con este papel pueden entrar a mi casa siempre que se es antoje?
-No, señor; siempre no; es válida sólo por una vez.
-¡Menos mal!
Comenzó entonces a darles conversación mientras pensaba qué hacer.
-¿Puedo pedirles un favor?
les pidió que bajaran a comprarle un tabaco, pues no tenía, y no era correcto que bajara él y se quedaran ellos, ya que quería despedirse de sus queridas cosas al menos con una bocanada de humo. Luego en unos minutos tratando de convencerlos bajaron en busca del tabaco, pero cuando regresaron hallaron la puerta cerrada. Entonces el escritor, sin abrirles, les dijo a través de la mirilla:
-Como la orden es válida sólo una vez, al irse ustedes perdió su validez. Deben presentarme una nueva orden.
Con loo cual no se pudo llevar a cabo el embargo.