Freud, Sigmund (1856-1939) SICOLOGÍA- MÉTODO- CIENCIA

El eminente psiquiatra pedía a sus enfermos que le relataran detalladamente todo lo que recordaban de sus vidas, para tratar de penetrar en las causas de los conflictos. Prefería que mientras se confesaban, no lo vieran, pues temía que su presencia pudiera intimidarles. Les hacía reclinarse cómodamente, dejaba la habitación a media luz, se sentaba detrás del paciente y le rogaba:

-Cuente, cuente. Vaya contando su vida. Todo lo que recuerde. Pero no como si me lo contara a mí, sino como si lo recordará en voz alta.

Algunas sesiones duraban dos o tres horas y hasta más. Era agotador para Freud. Y en cierta ocasión mientras una de sus enfermas hablaba, Freud se durmió. No lo pudo evitar. La enferma se dio cuenta al escuchar sus ronquidos. Se incorporó entonces rápidamente y se lo reprochó a Freud, el cual se defendió así:

-Lo siento, siento señora. Pero tenga la seguridad de que si me hubiera contado algo de veras importante, no me habría dormido.

-Entonces nada de lo que le he contado tiene importancia.

-Hasta ahora nada. Y sepa usted, señora, que las cosas importantes no se dicen muchas veces sino después de una o dos horas de decir cosas sin importancia.

La paciente, convencida, continuó hablando.