Comentaban con Proust un duelo entre Gambetta y Clemenceau, en el que ambos habían resultado ilesos:
-Se limitaron a intercambiar los tiros.
-¿Dispararon con bala? –preguntó Proust.
-Por supuesto.
-¿Y eran balas del mismo calibre?
-Desde luego que sí.
-¿Y del mismo metal?
-Lógicamente.
-¿Y del mismo peso…?
-Sí, sí.
-Y entonces, ¿por qué las intercambiaron?