Rothschild fue invitada a un banquete, y coincidió en la puerta del comedor con un obispo, también invitado al acto.
Ambos trataron de cederse el paso, y el obispo insistió en que era Rothschild pasara primero, teniendo en cuenta que era de mayor edad.
-Obedezco, Monseñor- dijo entonces el banquero-; pasaré delante en atención a sus razones. También el Antiguo Testamento delante del Nuevo.