Durante la guerra Salaverry conoció a Paiva, un indio cuzqueño que se caracterizaba por su gran estatura, su enorme fuerza y su fidelidad, el cual no pudo ascender más que a capitán debido a su poca inteligencia.
Salaverry lo utilizó durante su periodo presidencial en diferentes misiones. En una ocasión le hizo la siguiente enmienda:
-Vete a tal lugar y encontrarás a don Fulano. Me lo traes preso; pero si por casualidad no lo encuentras allí, allana su casa.
Horas más tarde llegó el capitán y le dijo:
-Cumplida la orden. No encontré a ese sujeto donde me dijiste, pero su casa la dejé tan llana como la palma de la mano. No ha quedado nada en pie.