Héctor García (1923-2012) Creatividad – Arte

«Héctor García fue a hacer un reportaje de la aftosa en el Bajío [en el centro de México]. Apabulló a todos cuantos lo vieron con sus actitudes de fotógrafo genial; hizo temblar a los compañeros que lo vieron arrastrarse por el suelo, trepar hasta la punta de los árboles y bajar en paracaídas para sorprender el idilio de una vaca. En vez de un reportaje de la campaña contra la fiebre aftosa, trajo una magnífica colección de nubes, de árboles retorcidos y de crepúsculos dorados. Y Ortega, claro está, lo mandó con cajas destempladas a repetir el reportaje.»

Fuente: Solís Arturo. La escritura luminosa de Héctor GarcíaDisponible en http://www.forbes.com.mx/la-escritura-luminosa-de-hector-garcia/ Consultada el 27 de enero de 2015

Paderewski, Ignaz Jan (1860-1941) INCULTURA

Paderewski ofrecía un concierto en una casa de personas adineradas. No todos tenían cultura  ni eran muy entendidos en la música.

Interpretó, entro otras piezas, el Claro de la luna de Beethoven. Una de las señoras invitadas, le dedicó este halago:

-Improvisa usted como nadie, maestro.

Paderewski, muy serio, contestó:

-Yo no improviso, señora.

-¡Ah! ¿No es de usted esa pieza? Entonces ¿De quién es?

Paderewski contestó agresivo:

-De un tal Beethoven.

-¿La ha compuesto entonces para usted?

-Señora, lamentablemente, Beethoven ya no compone.

-¿NO? ¿Pues qué hace ahora?

Y Paderewski, asombrado por tanta incultura, exclamó:

-¡Se descompone, señora, se descompone!

Luego de lo cual le devolvió la espalda y dio por terminada la conversación.

Luis XV (1710-1774) TRATAMIENTO- RESPETO

Cuando llevaron al rey ante la Convención para someterlo a un agotador interrogatorio, le hicieron aguardar alrededor de media hora en la ante sala. Varias veces conversó con Malesherbes, su defensor, quien cuando le contestaba lo que hacía dándole el tratamiento de Majestad.

De repente entró a la estancia Trilhard y, airado al escuchar aquellas expresiones de respeto, se interpuso entre el soberano y su defensor, diciendo a este último con voz alterada por la furia:

-¿Por qué se atreve usted a pronunciar aquí palabras que la Convención ha prohibido?

Y el venerable anciano, fijando con dureza su mirada en el extremista revolucionario, le contestó:

-Por el desprecio que ustedes me inspiran y el que me inspira la vida.