Rossini, Gioacchino (1782-1868) ANTIPATÍA- ENVIDIA

Rossini y Meyerbeer se detestaban. Un día paseaba Rossini con un amigo cuando se cruzó con el antipático de Meyerbeer.

-¿Qué tal? ¿Mucho trabajo?

-Nada… no puedo hacer nada.-le dijo Rossini- Estoy últimamente siempre enfermo y no tengo esperanzas de mejorar y proseguir mi trabajo.

Cuando el músico se marchó, de inmediato el amigo le preguntó a Rossini:

-¿Desde cuándo estás enfermo?

-¡Enfermo! Estoy mejor que nunca; pero no me gustaría que Meyerbeer lo supiera, pues es tan envidioso que le daría rabia saber que estoy trabajando más que nunca. no quiero ser objeto de su miserable envidia.

Etiquetas. Enemistad, envidia, mentira, enfermedad, antipatía.

Byron, lord (1788-1824) VANIDAD- ENVIDIA

En uno de sus largos viajes lo acompañaba un médico, el doctor Polidoro. El editor Murray le había encargado a este doctor que escribiera el diario de su viaje con Byron con la promesa que se lo publicara. Esto exaltó la vanidad del médico, que se consideró desde entonces un buen escritor, y se jactaba delante de Byron. Cierto día el mediocre personaje, le dijo a Byron:

-Nada hace usted, que yo no sepa hacer también.

Byron le repuso:

-No está demostrado, ni lo estará, mientras usted no cruce a nado el Helesponto, no apague una vela de un tiro a veinte pasos y no publique un libro del que se vendan, en un día catorce mil ejemplares.

Chevalier, Maurice (1888-1917) SECRETOS- MATRIMONIO- ENVIDIA

Estaba Chevalier junto a algunos amigos participando de un acto social, cuando uno de los asistentes, en tono de alabanza  propia, dijo:

-Yo no tengo secretos para mi mujer.

Chevalier le preguntó:

-¿Y usted está casado?

-Sí, claro que sí.

-¿Está seguro?

-¿Cómo no lo voy a estar?

-Pues, no lo envidio.

Y le explicó su ausencia de envidia, aunque con algunos eufemismos, para no herir su susceptibilidad.

-Es que, verá usted, yo puedo estar equivocado; y también puede que usted se haya permitido exagerar un poco… Bueno, el caso es que yo siempre he pensado que el  hombre que no tiene secretos para su mujer, una de dos; o no tiene mujer, o no tiene secretos, y en ninguno de los dos casos me parece un hombre envidiable.

Byron, lord (1788-1824) VANIDAD- ENVIDIA

En uno de sus largos viajes lo acompañaba un médico, el doctor Polidoro. El editor Murray le había encargado a este doctor que escribiera el diario de su viaje con Byron con la promesa que se lo publicara. Esto exaltó la vanidad del médico, que se consideró desde entonces un buen escritor, y se jactaba delante de Byron. Cierto día el mediocre personaje, le dijo a Byron:

-Nada hace usted, que yo no sepa hacer también.

Byron le repuso:

-No está demostrado, ni lo estará, mientras usted no cruce a nado el Helesponto, no apague una vela de un tiro a veinte pasos y no publique un libro del que se venda, en un día, catorce mil ejemplares.