Luis XIV murió con gran serenidad, como correspondía a su alta jerarquía. Junto a su cabecera, estaba su esposa, a quien el moribundo le dijo:
-Señora, creía que morir era más difícil.
Algunos de los miembros de la servidumbre que se hallaban allí en aquella significativa hora, comenzaron a llorar en silencio, conmovidos. El monarca, al percatarse de que lloraban, expresó:
-¿Por qué lloran? ¿Acaso creían que era inmortal?
Una vez muerto, le fueron extraídos el corazón y las entrañas, como se hacía en Francia con los reyes. Días después, un diario satírico, publicó el siguiente epitafio humorístico del rey:
A Saint Dionis
Le bon roi Louis
Est san entreiller
De meme qu´a Versailles
Que quiere decir:
“En San Dionís (que era la sepultura real)/ el buen rey Luis/ está sin entrañas/ lo mismo que en Versalles”