Alberto Carbot, periodista, cuenta de Héctor García, uno de los fotógrafos mexicanos más importantes de la historia: «Es común que un reportero diga ‘mi fotógrafo’, pero en nuestras aventuras periodísticas, yo era el reportero ‘del fotógrafo García’”.
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Maugham, William Somerset (1874-1965) ESCRITOR – VOCACIÓN
En cierta ocasión le preguntaba a Maugham si escribir le parecía divertido.
-Es, al menos, entretenido. El escritor necesita estudiar constantemente a los hombres. Lo difícil es esto. Requiere mucha paciencia. Sobre todo, el estudio del hombre común, que empieza por desconocerse a sí mismo, y puede decirnos muy poco de su mundo interior que sea del todo verdad. Lo único que se advierte siempre, en casi todos los hombres, es su inconsecuencia y su manera no definida de pensar y de actuar.
-Entonces, lo mismo da estudiarlos que inventarlos.
-Pues, no: por supuesto que no da lo mismo. Ésta es precisamente la parte menos divertida de la profesión del escritor.
Fouché, Joseph (1763-1820) TRABAJO- DISCIPLINA
Cuando le preguntaban al escritor sobre su trabajo, éste respondía:
-Los días que trabajo más son los domingos.
-¿Y los otros días, no?
-No; los otros días no escribo.
Blasco Ibáñez, Vicente (1867-1928) AVARICIA
Según se cuenta, el novelista, además de ganar mucho dinero era muy avaro. Una vez un escritor muy pobre fue a visitarlo, le expuso su situación y le pidió ayuda económica. Blasco Ibáñez le dio un billete de mil pesetas. Después el muchacho le pidió una carta de recomendación y entonces Blasco Ibáñez le dijo:
-No tengo inconveniente pero, mil pesetas y la carta, no; o las mil pesetas, o la carta y sólo quinientas pesetas.
El joven, antes esta opción, escogió la segunda propuesta.
Miguel de Unamuno – opinión
Ramón del Valle-Inclán – Ironía
Don Ramón del Valle-Inclán tenía su tertulia en un café de la calle de Alcalá. Quienes querían verlo lo podían hallar allí. Algunos de sus amigos no acudían por no pasar un pena delante de todos, pues el escritor ponía en ridículo a cualquiera. Un amigo que pasó por el lugar, entró a saludarlo y a los pocos minutos se despidió:
-Te prometo que te escribiré sin falta.
Y el novelista, con su chillona voz le gritó:
-¿Sin falta o sin faltas?
Y antes de que el sorprendido hombre le respondiera añadió:
-Te lo pregunto porque sin faltas no creo que seas capaz de hacerlo.
Félix Lope de Vega – inmortalidad, sencillez
Un amigo del genial escritor hacía comentarios acerca de la inmortalidad, la gloria y la fama que alcanzaría el prodigioso escritor, a lo que Lope le preguntó:
-¿Inmortal? ¿Cómo puedo saberlo? Y si ahora no lo sé, ¿qué me importa la inmortalidad? Gloria, gloria… Tengo escritas novecientas comedias, doce libros en prosa y varios volúmenes en verso. ¿Qué es lo que he conseguido con todo esto? Tener algunos enemigos y nada más.
-Pero dentro de muchos siglos todavía hablarán de ti.
-Cosa que sólo servirá para molestar a los que entonces estudien literatura, y que a mí, me tiene completamente sin cuidado.
Y dando por terminada la conversación, dio media vuelta y se marchó.
Voltaire – favor, ingratitud
Una vez, uno de sus criados que no sabía escribir, le pidió que le escribiera una carta a la novia ausente. Voltaire le complació. Y, terminada la carta, la leyó en voz alta. Y el criado le dijo:
-No está mal. Pero añada esto: «Y te ruego que me perdones el estilo. Pero no es culpa mía. Esta carta me la ha escrito otro.»
Emilio Zola, jocosidad
En uno de sus viajes a Roma, recibió la invitación a cenar del príncipe Odescalchi. En medio de una interesante charla, el Príncipe le preguntó:
-¿Cuál es el novelista francés que más le gusta leer?
-Pues, el que má leo es Balzac.
-Lo prefiere a Emilio Zola?
-Para leerlo yo, sí, por supuesto; a Zola no lo he leído nunca