Byron cojeaba de un pie, y durante toda su vida, estuvo acomplejado por defecto físico. Niño todavía, iba de pase con su institutriz. Llevaba un bastoncito del que nunca se separaba. Una mujer, conmovida al verlo, dijo:
-¡Guapo niño! Lástima que ande mal.
Y el niño Byron se revolvió contra ella y, a bastonazos le rompió el bastón sobre la espalda.