Luis XV (1710-1774) REVOLUCIÓN- INCREDULIDAD

El 13 de julio de 1789, el intendente general de París visitó al rey en el palacio de Versalles. El soberano le preguntó si tenía noticias de París:

-¿Qué me cuentas de París?

-Todo bien, Majestad.

El rey escribió en su diario “Hoy, nada nuevo”, y se acostó a dormir despreocupadamente. A la mañana siguiente, lo despertaron para comunicarle que el pueblo había tomado la Bastilla.

-No puede ser- negó el rey.

Y el duque Liancourt continuó:

-Todo París está en armas.

-luego entonces, se trata de una revuelta.

-No, señor, es más que una revuelta, es una revolución.

Evidentemente el rey nunca creyó que aquello fuera posible.

Pasteur, Louis (1822-1895) REALISMO- METAFÍSICA- INCREDULIDAD

Pasteur, en una conversación, le dijo a un amigo:

-Las teorías de los metafísicos no tienen fundamentos indiscutibles y, por lo mismo, si se discuten, se desvanecen. Sobre el principio y el fin de todo cuanto existe,  mi madre, que es una campesina, sabe mucho más que cualquier teórico. Todo lo que sabe lo ha aprendido de mi abuela y ésta de su bisabuela.

Bonaparte, Napoleón (1769-1821) SINCERIDAD- RANGO

Napoleón, el Zar de todas las Rusias y el emperador de Austria, se había reunido en una cacería. Napoleón, que no era muy aficionado a esas cosas, aceptó por compromiso, pero en vez de cazar se detuvo conversando con los otros dos monarcas. Iban los tres a caballo, la charla se alargó y perdieron de vista a los otros cazadores. Estaban cansados, vieron una casa y se pararon a descansar y pedir algo de beber. Era la casa de un leñador, él mismo les sirvió y mientras lo hacían les preguntó quiénes eran. El primero en contestar fue Napoleón. Y dijo la verdad:

-Napoleón primero, emperador de los franceses.

Los otros dos no quisieron ser menos y también dijeron la verdad:

-Francisco segundo, emperador de Austria.

-Alejandro primero, zar de  Rusia.

El leñador les miraba con una sonrisa burlona. Y Napoleón, que se había percatado de la incredulidad del campesino, le preguntó:

-¿Y quién es usted?

-¿Yo? ¿No lo ve? ¡El emperador de China!

En el momento de decir esto llegaron otros cazadores. Napoleón se despidió del leñador con una gran reverencia. Y cuando le preguntaron la razón de tan solemne despedida dijo que lo preguntaran al zar de Rusia. Y Alejandro Primero dio la explicación:

-Es que este leñador es el emperador de China.