Entre los condenas al infierno que pintó en la Capilla Sixtina, puso algunos rostros de personas conocidas, entre ellos el de un chambelán de Paulo III. El chambelán se reconoció entre los condenados, y fue a darle las quejas al Papa:
-Le ruego que intervenga, Su Santidad. Esto va en contra de mi prestigio . todos sabrán que estoy entre los condenados.
Paulo se negó a intervenir con una muy oportuna excusa:
-Tengo potestad de Dios en el cielo y en la tierra; pero no en el infierno. Lo siento, pero no puedo liberarlo.