Estando en parís quiso comprar un cuadro en una tienda de antigüedades. Era una virgen italiana por la que el anticuario le pidió quince mil francos. D´Annunzio le ofreció diez mil y estuvieron mucho rato discutiendo. Un amigo acompañaba a D´Annunzio y le ayudaba a defender el precio. Y, al fin, el anticuario, en un arranque, dijo:
-Bueno, vale quince mil, pero, por tratarse de usted, se lo daré a diez mil.
D´Annunzio ordenó que le mandara el cuadro al hotel y ya en la calle le dijo a su amigo:
-Ésta es la ventaja de ser alguien conocido.
Decía esto cuando oyeron la voz del anticuario que les llamaba. Se detuvieron, para escucharles decir con gran sorpresa.
-Oiga, señor, me ha dicho el hotel, pero no me ha dado su nombre. Si me hace el favor…