Russell, Bertrand (1872-1970) FILOSOFÍA

En sus últimos días se alimentaba sólo de puré, té y whisky.

Una vez, en una charla, le pidieron que ofreciera algún buen consejo filosófico sobre la vida. Entonces el filósofo dijo que podía dar tres:

-Tener el valor para aceptar resignadamente las cosas que no se pueden cambiar; tener la persistencia suficiente para cambiar aquellas que se pueden cambiar; y poseer inteligencia indispensable para no confundir nunca las unas con las otras.

Rosseau, Jean- Jacques (1712-1778) INTELIGENCIA

Estaba conversando con personas ricas cierto día, y uno de los hombres más adinerados, que no se destacaba precisamente por su inteligencia, le preguntó:

-¿Cómo ha podido usted ganar tanto dinero en tan poco tiempo?

-Con mi cabeza- contestó el filósofo.

-Pero no la ha vendido…

– He querido expresarle con mi inteligencia.

-Ése es el mejor ejemplo de cómo sin capital se puede ganar una fortuna.

Robespierre, Maximiliano (1758-1794) REVOLUCIONARIO- RADICALISMO

Robespierre, hijo de un abogado, estaba considerado el muchacho más inteligente de su clase. Cuando la coronación de Luis XVI, fue seleccionado por sus profesores para ofrecer un discurso en honor al rey, que años más tarde condenaría a la guillotina.

Después en plena revolución, Mirabeau decía de Robespierre:

-Toda la fuerza de este hombre radica en su sinceridad. Es una de las pocas personas que creen de buena fe en todo lo que dicen

Schopenhauer, Arthur (1788-1860) IRONÍA- ANTIFEMINISMO- ASTUCIA

Schopenhauer nunca fue feminista, sino todo lo contrario. Una señora, en una reunión de sociedad en la que participaba, le preguntó:

-¿Cree usted que los hombres son más inteligentes que las mujeres?

-Lo único que creo, señora, es que las mujeres son más astutas, puesto se casan con los hombres, y ellos, por tontos, se casan con las mujeres.

Talleyrand, Charles M. de DELICADEZA- RESPUESTA

Cuando se casó, Napoleón le preguntó cómo era su esposa. Talleyrand no sabía qué responder, cuando Napoleón concretó su pregunta:

-Me refiero a si es inteligente…

Y Talleyrand le dio la siguiente contestación:

-Señor…, como una rosa.

Esta respuesta comparada con la que diera en otra ocasión respondiendo a una pregunta parecida (“mi esposa es delicadamente tonta), le gana en diplomacia y delicadeza.

Goethe, Johann Wolfgang von (1749-1832) INTELIGENCIA- CURIOSIDAD

El poeta vivía entonces en Weimar, con su hijo. Nunca rehusaba tener invitados a comer. Si no los conocía, hacía ciertas preguntas para saber si se trataba de una persona interesante.

En cierta ocasión tenía invitado a un amigo de su hijo, recién llegado de otra ciudad, al que como de costumbre interrogó:

-¿Ha visto algo durante su viaje que le haya llamado la atención?

-Pues… la verdad no- respondió el joven titubeando.

El poeta se volvió hacia el comensal que estaba sentado al otro lado de la mesa, con el que inició una animada charla. En toda la comida no volvió a dirigir la palabra al invitado de su hijo, un hombre que, al viajar, no tenía algo interesante que contar.

De Gaulle, Charles (1890-1970) INTELIGENCIA

No podía el general estar de incógnito en ninguna parte: su tipo era inconfundible. Usaba algunos confidentes fieles que se mezclaban en los movimientos populares y así averiguaban la manera de pensar y reaccionar de la gente. Uno de los confidentes estuvo un día en una reunión tumultuosa donde, entre los gritos, se oyó:

-¡Guerra a muerte a los idiotas!

Cuando el general lo supo, hizo el siguiente comentario.

-No me atrevería a establecer esto como programa político, pues resultaría demasiado basto.

Conan Doyle, Sir Arthur (1859-1930) DEDUCCIÓN- SAGACIDAD

Era hijo de un noble caricaturista; había hecho la carrera de medicina y ejerció en sus primeros tiempos. Un día, en la clínica donde prestaba sus servicios, visitó a un enfermo recién llegado. Algunos estudiantes lo acompañaban Conan Doyle observó un rato al enfermo, y después, en vez de hablarle de la enfermedad, le dijo:

-Usted era soldado, ha dejado el servicio hace poco tiempo, y estuvo destacado en las islas Barbados.

El enfermo le escuchó estupefacto, pues todo aquello era verdad.

-¿Usted me conoce?

-No. – Respondió con firmeza.

Luego de lo cual, se volvió a los sorprendidos estudiantes y les dijo:

-Esto es algo elemental: como verán, el paciente lleva puesto el sombrero (esto solo lo hacen los soldados o los que han dejado el servicio hace poco tiempo), en seguida me percaté de que padece elefantiasis, que es una enfermedad propia de las Indias Occidentales. Lo de las islas Barbados lo he dicho por que sí, a la buena de Dios, y he acertado. No olviden que de las varias cosas posibles en cada caso, siempre hay una que es cierta.

Un estudiante le preguntó:

-¿Y si el enfermo le hubiera dicho que no había servido ahí?

-Le habría contestado: ¡Claro que no! Y ya teníamos eliminado una posibilidad.