Ricos y pobres le invitaban a cenar frecuentemente con la esperanza de oírle tocar un rato, pero nunca acudía con su violín. Una vez recibió la invitación de un noble italiano, con esta nota, “Le ruego que no olvide su violín”.
Paganini acudió a la cena sin el violín, y el anfitrión le preguntó:
-¿Y su violín?
La contestación de Paganini fue certera y tajante:
-mi violín nunca cena fuera de casa.