Rosseau, Jean- Jacques (1712-1778) JOCOSIDAD- MUERTE

Diderot lo visitó en Montmorency, dónde vivía el filósofo. Paseando entonces por la orilla de un hermoso lago, Rosseau le decía a Diderot:

-En más de una ocasión al contemplar tan bello paisaje, he pensado arrojarme al agua y terminar así.

-Pero nunca lo has hecho…

-No, porque siempre me lo han interrumpido. Una vez estaba casi decidido, cuando toqué el agua, la hallé muy fría y me arrepentí. Hace unos días, volví a sentir la necesidad de consumar mi deseo, pero me dijiste que vendrías a visitarme y de veras quería verte… pues lo he vuelto a aplazar.

El paseo terminó,  lógicamente en una atmósfera alegre y relajante.

Pirandello, Luigi (1867-1936) JOCOSIDAD – IRONÍA

La crítica elogió mucho una obra pésima de un autor muy joven. Posteriormente un crítico comentaba con Pirandello:

-Este muchacho tiene algo.

-Efectivamente, algo extraordinario, tan extraordinario como un cerdo sin orejas y sin rabo.

Esta frase durante mucho tiempo se aplicó a las obras que, a pesar de su escasa calidad merecían elogios de la crítica.

Shaw, George Bernard (1856-1950) JOCOSIDAD- LITERATURA

Cenaba en cierta ocasión con dos de sus amigos, un cirujano y un abogado. El abogado quiso probar la capacidad creativa del notable escritor, y lo retó:

-¿A que no serías capaz de inventar un cuento protagonizado por un cirujano y un abogado?

-A que sí, verás: un cirujano abrió a un enfermo. No le encontró ningún órgano dañado, pero, para justificar la operación, le extirpó la conciencia. Así le pudo cobrar sin remordimiento. El enfermo sanó, le pagó al cirujano y, ya sin conciencia, si hizo abogado y ganó mucho dinero.

Shaw, George Bernard (1856-1950) MATRIMONIO- JOCOSIDAD- DESTINO

Bernard Shaw era contrario al matrimonio, pero se casó, según el para obedecer el destino. Cierto día que le preguntaron por qué se había casado, así contó la historia de su matrimonio:

-Iba un día en bicicleta por los alrededores donde vivía una tal Carlota Payne. Me caí y me disloqué una clavícula. Carlota me cuidó hasta que estuve bien. Se creó una situación delicada y creí mi deber casarme con ella. Luego pensé que ésa no era la mejor solución y decidí abandonar la casa. Comencé a bajar la larguísima escalera que unía la casa con el jardín, cuando me torcí un pie y rodé escaleras abajo. Al levantarme, tenía el tobillo dislocado. Carlota acudió, me ayudó a levantarme y me cuidó hasta que estuve bien del todo. Pensé entonces que aquello era un doble aviso del destino que me casé con ella. Preferí esto a dislocarme otra articulación.

Morgan, Pierpont (1837-1913) JOCOSIDAD- BRINDIS

Entró un día Morgan en un bar y le sirvieron su whisky. El millonario levantó la copa como si brindará con todos los presentes y les dijo:

-¡Cuando Morgan bebe, todo el mundo bebe!

Al escuchar aquel supuesto brindis, quienes se encontraban en el establecimiento se acercaron al mostrador, contentos de beber con Morgan, y el dependiente les sirvió whisky. Todos levantaron su copa y brindaron por Morgan. Entonces Morgan dejó una moneda sobre el mostrado, por lo que él había consumido, y exclamó

-¡Cuando Morgan paga, todo el mundo paga!

Tras lo cual, se alejó dejando a sus “invitados” sorprendidos.

Monet, Claude (1840-1926) OPERACIÓN- JOCOSIDAD

En sus últimos años tuvo que operarse de cataratas. Acudió a un famoso oculista llamado Coutela Monet, que era famoso y muy rico, le dijo en tono de broma:

-Recuerde, profesor, que va a operar los ojos del pintor Monet.

-Si lo pensara, no lo operaría. Pero recuerde usted que para mí tan ojoso son los de un gran pintor como los de cualquier otro ciudadano.

Turgueniev, Iván (1818-1883) JOCOSIDAD- HUMOR

Cuando necesitó finalizar una novela sin que le interrumpieran, decidió irse por un tiempo a Baden- Baden. Pronto llamó la atención de los otros huéspedes, pues si apenas salía de su habitación, donde escribía sin cesar. Cierto día mientras comía, se le acercaron algunos jóvenes intelectuales de los alrededores para saber quién  era tan extraño personaje. Turgueniev les rogó que bajaran la voz.

-Soy un nihilista- les susurró-. En Rusia me han condenado a muchos años de prisión.

-¿Y ha logrado escapar?- le preguntaron en apenas un murmuro.

-No – dijo con voz apenas perceptible. Me condenaron a elegir trabajos forzados o perpetuidad o pasar dos meses aquí. Y por supuesto, he elegido esto último.

Los jóvenes, inconformes con la inverosímil historia, se marcharon y en todo el tiempo no lo volvieron a interrumpir a tan raro personaje.

Mitchum, Robert (1917- ) CINE- JACOSIDAD

Cuando Robert Mitchum estaba adquiriendo ya merecida fama, un director de cine que rodaba una de las películas en la que el cineasta participaba, le dijo:

-Le advierto, Mitchum, que por lo regular no soy dueño de mis nervios. Cuando me disgusto con un actor, lo insulto, aunque sea de la talla de usted. Claro que se me pasa de enseguida y no le guardo rencor.

Y Mitchum, sin inmutarse, le replicó:

-Casualmente, a mí los nervios se me alteran también con gran facilidad. En cuanto me dicen algo desagradable propino puñetazos de diestra a siniestra. Claro que después se me pasa también, y enseguida lo primero que hago es ir al hospital a ver a mi víctima.

María Antonieta (1755, 1793) ETIQUETA- JACOSIDAD

María Antonieta sufría la constante vigilancia de madame de Noaille, guardadora de la etiqueta real, inflexible en cuanto a las costumbres de la corte. María Antonieta, la llamaba con el apode de “Madame l´Etiquette”.

Un día, durante una excursión campestre, el asno en el que cabalgaba la reina la tiró al suelo, sin que la caída sufriera golpes de importancia. Corrieron todos a levantarla, pero Su Majestad se negaba a incorporándose gritando y fingiendo gran inquietud.

-¡Pronto! ¡Pronto! ¡Busquen a madame de Noaille, para que nos diga lo que manda la etiqueta cuando cae un de un burro una reina de Francia.