San Martín, José de (1778-1850) LIBERTAD- HEROÍSMO

Argentina luchaba por su independencia, cuando en febrero de 1813 tuvo el lugar el combate de San Lorenzo, donde recibió el bautismo de fuego el regimiento de granaderos creado por San Martín, entonces coronel

El combate se desarrollaba cuerpo a cuerpo, cuando una bala mató el caballo que montaba San Martín, por lo que éste se quedó aprisionado bajo la cabalgadura. Un soldado español se abalanzó había el caído, pero el granadero Baigorria lo liquidó, mientras que el sargento Juan Bautista Cabral, sin cuidar su propia vida, logró sacar de la difícil situación en que se hallaba al futuro Libertador de las naciones.

Céspedes, Carlos Manuel de (1819-1874) PATRIOTISMO- SACRIFICIO

El menor de los hijos de Céspedes, Oscar, de veinticinco años cayó en manos de los españoles, al frente de una expedición de armas y pertrechos saluda de Nueva York, se disponía a reunirse con su padre.

El General Caballero de Rodas, hizo saber a Céspedes que dejaría en libertad a su hijo si abandonaba el teatro de la lucha y se retiraba a los Estados Unidos.

-Oscar no es mi único hijo. Contestó Céspedes al emisario del general español-. Yo soy padre de todos los cubanos que han muerto por la independencia de Cuba.

El hijo de Céspedes fue fusilado en puerto Príncipe, y los cubanos llamaron desde entonces a su primer caudillo el “Padre de la Patria”.

César Augusto (César Octavio) – Recompensa, Compromiso, Pacto

cesar_augustoSe cuenta que el emperador Augusto -durante cuyo reinado nació Jesucristo-, una vez puso precio a la cabeza del jefe de una pandilla de bandoleros, llamado Corocota, que asustaba y robaba a los viajeros y asaltaba las casas de campo. La guardia romana emprendió la búsqueda del bandido. Carocota mandó un emisario a Augusto y, a través del emisario, le pidió audiencia. Augusto se la concedió, y el bandido comenzó a hablar:

-Estoy en tu presencia, pero no estoy en tus manos. La verdad de lo que te digo quedará demostrada si me mandas a detener. Has ofrecido un premio al que me entregue vivo o muerto. Me entrego yo mismo y reclamo el premio. O la libertad en vez del premio. Si decides concederme la libertad, te doy mi palabra de cambiar de vida y ser un hombre honrado el resto de mis días.

Y Augusto lo dejó en libertad.