Cierto sargento del ejército, además de valiente era un tanto aficionado a la bebida, lo que unido a la natural euforia por un galardón alcanzado por su intrepidez, dio lugar a que en dicha ocasión se embriagara lamentablemente.
En ese estado, se vio precisado a comparecer ante el general Manuel Baquedano, que dirigía las fuerzas chilenas durante esa contienda, y éste, antes que todo, lo reprendió por haberse prendido la medalla en el lado derecho.
-¡No sabes que las medallas se llevan del lado del corazón?
El sargento, que había hecho un esfuerzo extraordinario por parecer sereno, contestó:
-Sí, mi general; pero es que los chilenos tenemos el corazón tan grande que abarca todo el pecho.