No era un secreto para sus innumerables y entusiastas seguidores, el fervoroso culto que el Liberador rendía al bello sexo. En cierta ocasión, uno de los ayudantes de Bolívar envió avisa al dueño del mejor hospedaje, pidiendo que prepara con destino al general, y en la fecha que indicaba “un cuarto con la mayor cantidad de comodidades, buena comida, selectivos vinos, etc… ,etc…,etc…”
Al llegar al pueblo el Libertador fue al alojamiento preparado, y halló en efecto, reserva para él , la mejor habitación, aderezada y acicalada en cuanto permitía las circunstancias. Pero eso no era todo, se le hizo pasar otra pieza, en las que se encontraban tres sugestivas y sonrientes muchachas.
-¿Quiénes son estas jóvenes?- preguntó Bolívar.
-Las tres “etcéteras” que me dijo su ayudante- contestó respetuosamente el hotelero.