Byron, lord (1788-1824) VANIDAD- ENVIDIA

En uno de sus largos viajes lo acompañaba un médico, el doctor Polidoro. El editor Murray le había encargado a este doctor que escribiera el diario de su viaje con Byron con la promesa que se lo publicara. Esto exaltó la vanidad del médico, que se consideró desde entonces un buen escritor, y se jactaba delante de Byron. Cierto día el mediocre personaje, le dijo a Byron:

-Nada hace usted, que yo no sepa hacer también.

Byron le repuso:

-No está demostrado, ni lo estará, mientras usted no cruce a nado el Helesponto, no apague una vela de un tiro a veinte pasos y no publique un libro del que se vendan, en un día catorce mil ejemplares.

Byron, lord (1788-1824) VANIDAD- ENVIDIA

En uno de sus largos viajes lo acompañaba un médico, el doctor Polidoro. El editor Murray le había encargado a este doctor que escribiera el diario de su viaje con Byron con la promesa que se lo publicara. Esto exaltó la vanidad del médico, que se consideró desde entonces un buen escritor, y se jactaba delante de Byron. Cierto día el mediocre personaje, le dijo a Byron:

-Nada hace usted, que yo no sepa hacer también.

Byron le repuso:

-No está demostrado, ni lo estará, mientras usted no cruce a nado el Helesponto, no apague una vela de un tiro a veinte pasos y no publique un libro del que se venda, en un día, catorce mil ejemplares.