El rey tenía un cocinero excelente que consiguió de una manera especial. Estando un día cenando en la mención de un noble amigo, le gustó tanto la comida que le felicitó al amigo por el magnífico cocinero que sin dudad tenía. El hombre le dijo que efectivamente, era un maestro de la alta comida.
Al día siguiente muy temprano, Francisco José recibió una carta grande con agujero en la tapa, con un letrero que decía “Frágil”. La abrieron, con gran curiosidad, y vieron que dentro de la caja había un hombre vestido de blanco, con un gorro blanco muy alto y una carta del rey. La casa era del amigo en cuya casa el rey había cenado al día anterior, y decía:
-Le ruego, Majestad, que acepte lo que más le ha gustado de la cena que me hizo el honor de aceptar: el cocinero.