Alejandro era un jovencito cuando, en un banquete, un hermano de la segunda mujer de su padre, dijo a los comensales:
-Filipo podrías darles, gracias a tu matrimonio, un heredero legítimo.
Alejandro se levantó enfurecido y gritó:
-¿Acaso yo soy un bastardo?
Y, al decir esto, arrojó con violencia una copa a la cabeza del hermano de la mujer de su padre. Filipo, padre de Alejandro, airado por la actitud de su hijo, se levantó para abalanzarse sobre él. Sin embargo, había bebido en exceso, tropezó y cayó al suelo.
Hecho este que aprovechó Alejandro para reprocharle:
-¿Y tú piensas conducir nuestros ejércitos, cuando no eres capaz de conducirte a ti mismo a través de este salón?