Luis XIV estaba ansioso por conocer siempre la verdad, lo que en ocasiones le era bastante difícil, debido a su alta jerarquía.
Cierto día le dio a leer a un madrigal al mariscal d Grammont, y le advirtió:
-Recibí hace unos minutos este madrigal, que me parece una materia. Léalo y deme su opinión.
El mariscal después de leerlo le dio la razón al rey.
-Tiene razón, es una tontería.
-Creo que su autor es el mayor imbécil que he conocido.
-Es lo más probable, Majestad.
-Pues sepa Mariscal, que el autor soy yo.
– Le ruego que me lo deje leer otra vez, Majestad. Lo he hecho muy a la ligera.
-No se preocupe- respondió el monarca-. Ha tenidos usted ocasión de decir la verdad a su rey y lo ha hecho. ¿Acaso ahora intenta decirme una mentira?
-Perdón, Majestad.
-Perdóneme usted a mí por la forma desleal en que he logrado saber la verdad.