Miguel Ángel (1475- 1564) FURIA- PINTURA

Al papá de Miguel Ángel le disgustaba que su hijo fuera pintor. Miguel Ángel, cuando aún era niño tenía que dibujar y pintar a escondidas de él. Hasta que un día éste lo sorprendió y montó en cólera. El niño, que siempre había respetado a su padre, le gritó:

-¡No te muevas!

Y comenzó a dibujarlo con el rostro contraído por la furia, mientras decía:

-Es el enfurecimiento humano más hermoso que he visto.

Eduardo VII (1841-1910) BONDAD- ENGAÑO- SIMPATÍA

Cuando era príncipe de Gales jugaba al tenis en Eden Roc. Uno de los muchachitos que se encargaba de recoger las pelotas, después de prestarle el servicio, le preguntó sin darle tratamiento alguno:

-¿Desea algo más el señor?

Era un niño simpático, afectuoso y con mucha gracia natural. El príncipe trabó conversación con él. El chiquillo le platicó que trabajaba ahí por que en su casa eran muy pobres; su padre estaba sin empleo y así él ayudaba con su trabajo al gasto de la casa.

-¿Cuántos hermanos son?

-Siete, y yo soy el mayor ¡Qué le parece!

Y, de pronto, el muchachito exclamó:

-¡Ah, si un día me encontrara un rey o un príncipe, sería una gran dicha para mi familia!

-¿Por qué? Preguntó el príncipe que se sentía atraído por la expresividad del chiquillo.

-Pues por que podría pedirle trabajo para mi padre. El sindicato no se lo da, pero estoy seguro que un príncipe se lo daría.

Al príncipe le sorprendió que el muchacho le hablara con aquella naturalidad y continuó preguntando.

-¿Has conversado alguna vez con algún príncipe?

-nunca señor

todos en aquel lugar conocían al príncipe, por lo que éste sospechó que el chiquillo estaba representando una comedia.

-¿Seguro que no has conocido a ningún príncipe?- insistió.

-Seguro que no, le doy mi palabra, Alteza- dijo al tiempo de taparse la boca con la expresión asustada.

Toso lo hizo con tal gracia natural que el príncipe se ocupó del caso, se informó bien, supo que el niño le había dicho la verdad y consiguió el anhelado empleo para el padre.

Dumas, Alejandro (hijo) (1824-1895) PATERNIDAD- ADMISIÓN- RECONOCIMIENTO

Dumas era hijo natural de Dumas padre y Marie Catherine Lebay. Al parecer, también él tuvo hijos naturales con varias mujeres. Uno de sus hijo biológicos cuenta que, una vez, fue citado por el juez para que reconociera a un hijo suyo. Era la madre del niño la que pedía el reconocimiento. Dumas dijo que si veía al niño y lo conocía, lo reconocería. En una de las citaciones, compadeció a una mujer con el niño en brazos. Dumas los vio y expuso esta curiosa declaración.

-Reconozco a este niño como hijo mío; pero me es totalmente imposible reconocer a la madre- dijo asombrando a todos.

Y por más que ella intentó reconstruir ciertos detalles de su efímera relación, él no lo recordó, o fingió no recordar nada. Hasta que al fin el juez, ya cansado, le preguntó:

-Pero vamos a ver señor Dumas: ¿Conoce o no conoce a esta mujer?

-¡Claro que sí! Hace ya una hora que discuto con ella. Y si la sesión dura una hora más, llegaremos a ser buenos amigos.

Dumas, Alejandro (1802-1870) CONSANGUINIDAD- CREATIVIDAD

El caso de los Dumas, padre e hijo, llamados los dos Alejandro Dumas, es muy curioso. El padre, el autor de El conde de Montecristo y de los Tres Mosqueteros , nació en 1803 y murió en 1870. El hijo el autor de La dama de las camelias, nació en 1824 y murió en 1895. Se llevaban veintiún años. Durante muchos años, durante el siglo XIX, fueron dos famosos escritores contemporáneos, caso quizás único en la historia de la literatura.

Chevalier, Maurice (1888-1917) DE TAL PALO, TAL ASTILLA

Cuando Chevalier empezaba a trabajar, siendo todavía un grupo de mozalbete, encargó unas fotografías como propaganda. Un tiempo después, el fotógrafo enseñaba una de las fotos a la madre de Chevalier.

-¿Lo conoce?

-Claro que sí, es mi hijo: ¡El vivo retrato de mi padre!

-El caso es que hice esas fotografías  y todavía no me las han pagado.

-Lo que le decía: ¡El vivo retrato de su padre!

Capablanca, José Raúl (1888-1942) GENIO- PRECOCIDAD

En la Habana, por el año 1893, dos caballeros juegan ajedrez. Un niño de cinco años, poco más o menos, contemplaba la partida. En sus ojos arde una chispa de curiosidad inteligente. Acabada la partida, dice el niño:

-Ganaste papá; pero hiciste una mala jugada con el caballo.

-¿Qué entiendes tú de esto, chiquillo? ¿Acaso sabes jugar?

-¡Claro que sí- respondió el pequeño con firmeza.

-A ver si es cierto, juguemos.

Juega padre e hijo, y éste, testigo de las partidas, que a diario juega su padre con sus amigos, derrota al autor de sus días con pasmosa felicidad. El padre no cabe en sí de orgullo. Lo llevó al Círculo de ajedrecistas. Por no herir la vanidad del padre, algunos veteranos consistieron en sentarse frente al pequeño, y tan solo contados jugadores de consumada maestría pudieron derrotar al infantil adversario. La admiración de todos los rodeaba… Así es como se reveló al mundo José Raúl Capablanca, uno de los maestros más grandes que ha producido el ajedrez.

Byron, lord (1788-1824) IRRITABILIDAD- IMPULSIVIDAD

Su madre era de una familia noble escocesa. Mujer  colérica, irritable, trataba al niño Byron sin compasión. El padre de Byron, decía a su esposa:

-Mi mujer es encantadora a distancia, pero de cerca no hay quien la soporte. Desafío a todos los santos del cielo a hacerlo, y seguro que ninguno lo consigue.

Padre y madre de Byron vivían separados, en dos casas distintas. Byron creció así: heredó de su madre la irritabilidad y de su padre la presencia del ánimo. Se cuenta de él, que los tres años de edad, la institutriz que lo cuidaba le riñó por haber manchado un vestido limpio. Y el niño Byron se quitó el vestido, lo rasgó por la mitad y arrojó los trozos al rostro de aquella.