Edison se negaba a conceder entrevistas que fueran publicadas en la prensa. En una ocasión, un grupo concibió una estratagema para lograr algunas declaraciones del genial inventor.
Aprovechando la presencia de Edison en una fiesta benéfica, lograron la cooperación de un grupo de bellas muchachas para acorralarlo y pedirle que les narrara cuál había sido su primer invento. Edison trató de escabullirse, pero al no concebirlo optó por comenzar así:
-Era yo un chiquillo, vendía periódicos en la calle, y me enteré que un riquísimo banquero había sido víctima de robo: los ladrones habían entrado a su casa y forzado su caja de caudales. Me presenté al banquero y le dije:
-Tengo un invento para impedir esta clase de robos. Ladrón que entre a su casa quedará indefenso y usted podrá entonces atraparlo.
-¿Qué pide por este invento?- me preguntó
-La mano de su hija-le contesté
-Trato hecho.
Me puse atrabajar en la casa de caudales del banquero. A los tres o cuatro días, cuando llegué por la mañana, supe que estaba enfermo en cama. Pedí que me pasaran a su dormitorio, y le dije:
-Usted está en la cama por que anoche, a las ocho pretendió abrir la caja de caudales, y como dejé mi invento sufrió una descarga eléctrica , hasta que esta mañana le privo de sentido. ¿Se da cuenta de la eficiencia de mi invento
-¡Bravo, bravo!- palmotearon las muchachas, mientras el periodista se grababa todo aquello en la memoria.
-¿Y la hija del banquero?- preguntó una de las chicas
-No me casé con ella- contestó Edison tratando de escapar.
-Un momento- dijo entonces el periodista-. Puesta que ya sabemos cual es su primer invento, ¿Por qué no decirnos cuál a sido el último?
-¿El ultimo? Pues la historia que acabo de contarles…
y así Edison pudo romper el cerco femenino, no sin dedicar una amable sonrisa al periodista, cuya presencia había presentido desde el primer momento.