Carnegie, Andrew (1837- 1919) EPITAFIO- MODESTIA- AMISTAD

En cierta ocasión expresó que le gustaría tener en su tumba un epitafio que dijera así: “Aquí yace uno que supo rodearse de otros hombres más capaces de él”.

Tenía Carnegie un perro al que quería mucho. Una vez que pasaba unos días de vacaciones en el lago Michigan, y de inmediato puso un anuncio en el periódico local, el Morning Herald, que decía así: “Perdió un fox- terrier blanco que corresponde al nombre de Billy. Se ofrecen mil dólares a quien lo encuentre y lo devuelva a su dueño en Star-Palace”. El anuncio no se publicó y Carnegie fue a la redacción a protestar. No había nadie. Llamó a voces y, al fin, le atendió una mujer que estaba limpiando el piso.

-¿Es que no hay nadie?- preguntó airado

-No; se han ido todos señor- respondió continuando su limpieza.

-Por lo que he oído, me parece que han ido en busca de un perro blanco llamado Billy.

Byron, lord (1788-1824) AMOR- PERRO- SALVAMENTO

Iba embarcado una vez, desde luego con su perro. Y apenas el barco salía del puerto, el perro saltó al agua. Byron se dirigió a gritos al capitán:

-¡Pare el barco! ¡Salve a mi perro!

El capitán dijo que no podía parar el barco por un perro, que no era costumbre. Que si se trataba de una persona, sí, pero de un perro…

-¿Pero por un hombre sí?

Y Byron se echó al agua. Fue en busca del perro y el barco se detuvo a rescatarlos a los dos.

Byron, lord (1788-1824) AMOR- PERRO –EPITAFIO

El perro murió. Byron lo enterró en el jardín de su posesión de Newstaedt y le puso una lápida con esta inscripción: “Aquí descansan los restos de la criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad, y que tuvo todas las virtudes de los hombres sin tener ninguno de los defectos”.

Byron, lord (1788-1824) AMOR- EPITAFIO- PERRO

Llevó siempre una vida discutible en cuanto a la moralidad y, al parecer, más allá de todo prejuicio. Se apartó de su mujer poco tiempo después de casado y, según asegura, tuvo un hijo con su hermanastra. Byron es uno de los hombres famosos a que se atribuye la frase: “Cuando más conozco a los hombres, más aprecio a mi perro.” Lo que sí parece es que apreció mucho a su perro, y hasta le escribió un epitafio.

Bernhardt, Sarah (18844-1924) DELGADEZ- HUMOR

Sarah era muy delgadita y esto la perjudicó al principio, puesto que el público de entonces prefería en escena mujeres más robustas. Su extrema delgadez sirvió de tema a los caricaturistas. Se conserva una caricatura que estuvo expuesta al público, en la que aparece la actriz junto a un perro San Bernardo, con este título:

“Cada perro, con su hueso”.