En cierta ocasión expresó que le gustaría tener en su tumba un epitafio que dijera así: “Aquí yace uno que supo rodearse de otros hombres más capaces de él”.
Tenía Carnegie un perro al que quería mucho. Una vez que pasaba unos días de vacaciones en el lago Michigan, y de inmediato puso un anuncio en el periódico local, el Morning Herald, que decía así: “Perdió un fox- terrier blanco que corresponde al nombre de Billy. Se ofrecen mil dólares a quien lo encuentre y lo devuelva a su dueño en Star-Palace”. El anuncio no se publicó y Carnegie fue a la redacción a protestar. No había nadie. Llamó a voces y, al fin, le atendió una mujer que estaba limpiando el piso.
-¿Es que no hay nadie?- preguntó airado
-No; se han ido todos señor- respondió continuando su limpieza.
-Por lo que he oído, me parece que han ido en busca de un perro blanco llamado Billy.