Leonardo pintaba con gran lentitud. El prior del convento de Santa María de la Gracia, en cuyo refectorio pintaba el fresco La última cena, disgustado al notar que la obra apenas avanzaba, se quejó a Ludovico el Moro, quien había encargado al pintor este trabajo.
-Podría usted decirme por qué hace alrededor de tres meses que no se le ve por Santa María de la Gracia? -preguntó Ludovico.
Da Vinci le explicó entonces que ya había pintado once apóstoles y le faltaba el modelo del Judas. Según el pintor, había permanecido días enteros en uno de los peores barrios de Milán tratando de encontrar algún hombre con cara de renegado.
-Pero hay una solución -añadió el sabio pintor-, si el prior se prestara a ser mi modelo… Su cara es lo que ando buscando, pero temo que esto lo ridiculice en el convento.
Ludovico le contó al desconsolado prior lo que acababa de hablar con Leonardo, por lo que el prior le dijo que no se preocupara, que se tomara todos su tiempo buscando al Judas que necesitaba, que por supuesto, él no se prestaría a modelar. El fresco tardó un total de diez años en ser terminado. ![leonardo_davinci_ultima_cena](https://anecdotariodelprofesor.wordpress.com/wp-content/uploads/2014/02/leonardo_davinci_ultima_cena.jpg?w=640&h=325)