Los padres de la Patti estaban arruinados, por lo que vendieron una de todas las joyas. Un día, el padre enseñó a la niña un imperdible de oro.
-Ésta es la última joya valiosa que nos queda y tengo que venderla.
La niña se negó, pues el imperdible le gustaba mucho. De inmediato pidió a sus padres cantar en público para ganar dinero. Años después ostentaba con frecuencia aquel imperdible, que había multiplicado su valor cuando le fue agregando, a medida que tenía dinero, hermosos brillantes. La Patti lo enseñaba, y contaba cómo lo había conservado.
-Todos los años he añadido un brillante, y así recuerdo los años de aquella época de pobreza tan lejana.