Mozart, Wolfgang Amadeus (1756-1791) PRECOCIDAD- AGRADECIMIENTO

Mozart fue un niño prodigio. A los seis años ofreció un concierto  en la corte de Viena, en presencia de la emperatriz María Teresa y su esposo Francisco de Lorena. Una de las hijas de los emperadores, la archiduquesa María Antonieta, de cinco años de edad, futura reina de Francia, llevó al niño a ver sus muchos juguetes. Mozart, quien era un niño muy sensible, le dijo:

-Es usted muy buena y muy bella, y quiero que nos casemos. Pero yo soy pobre y no tengo juguetes.

La emperatriz, enterada de los sentimientos de niño músico, le dijo:

-Tú eres pobre, pero serás el rey de los músicos, y puedes muy bien casarte con nuestra María Antonieta. Pero son demasiado niños todavía. Deberían esperar algunos años.

Y Mozart, para mostrarle su agradecimiento por aquellas palabras, besó su mano y le dijo:

-¡También me casaría con usted, señora!

Kipling, Rudyard (1865-1936) ABURRIMIENTO- PRECOCIDAD

Kipling amaba a sus hijos. Cuando conversaba con ellos trataba de hacerles algún cuento para ganarse su simpatía.

Pasaba unos días en el campo en la casa de un amigo, cuando coincidió con la sobrina de éste, una bella e inteligente niña. El tío había pedido a la chiquilla que tratara de hacerle agradable la estancia en casa al notable escritor. Un día ambos fueron de paseo y al parecer Kipling le narró algún “divertido” cuento. De regreso, el tío preguntó a la simpática sobrina:

-¿Cómo te fue? Supongo que has hecho lo posible para no aburrir al señor Kipling.

-Sí, tío, pero el señor Kipling ha hecho todo lo posible para no aburrirme a mí.

Hugo, Víctor (1802-1885) VOCACIÓN- PRECOCIDAD- ESTUDIOS

Víctor Hugo comenzó a escribir poesía desde niño, en el colegio. Escribía tantos poemas que le quedaba poco tiempo para estudiar. El director, cansado de tantas quejas, le llamó la atención:

-De hoy en adelante, te prohíbo escribir poesías en la escuela.

Días más tarde el director encontró más poemas en el pupitre de Víctor Hugo. Lo volvió a llamar y se los enseñó:

-Te prohibí escribir, y no me obedeciste.

El niño poeta le respondió:

-Y yo nunca lo autoricé a registrar mi pupitre, y usted lo hace hechos. Estamos en paz.

Chopin, Federico (1810-1849) PRECOCIDAD- TALENTO

Justina Krzyzanowska, la madre de Chopin, tocaba valses y mazurcas para la familia como distracción. Un noche, el niño Federico, que tenía entonces cinco años, bajó al salón en camisón de dormir, se sentó al clavicordio y tocó alguno de los valses que oía interpretar de su madre. Nadie le había enseñado a tocar. Una mujer que estaba en la casa como aya del niño lo oyó, despertó a los otros y todos acudieron a escuchar.

-Toca mejor que tú- el padre le dijo a la madre.

La madre cubrió al niño con una manta, y el niño le dijo:

-He querido probar a ver si lograba, para tocar yo y que tú descanses, mamá.

Carlos I, de España (1500-1558) IDIOMAS- PRECOCIDAD

Desde niño, tuvo mucha facilidad para los idiomas. Hablaba español, francés, italiano, inglés, flamenco y alemán. Se cuenta que decía:

-Uso el español para hablar con mi madre, el italiano para hablar con el Papa; el inglés para hablar con mi tía Catalina de Aragón, el flamenco para hablar con mis amigos; el alemán para mandar de paseo a mis enemigos y el francés para hablar a solas conmigo mismo.

Capablanca, José Raúl (1888-1942) GENIO- PRECOCIDAD

En la Habana, por el año 1893, dos caballeros juegan ajedrez. Un niño de cinco años, poco más o menos, contemplaba la partida. En sus ojos arde una chispa de curiosidad inteligente. Acabada la partida, dice el niño:

-Ganaste papá; pero hiciste una mala jugada con el caballo.

-¿Qué entiendes tú de esto, chiquillo? ¿Acaso sabes jugar?

-¡Claro que sí- respondió el pequeño con firmeza.

-A ver si es cierto, juguemos.

Juega padre e hijo, y éste, testigo de las partidas, que a diario juega su padre con sus amigos, derrota al autor de sus días con pasmosa felicidad. El padre no cabe en sí de orgullo. Lo llevó al Círculo de ajedrecistas. Por no herir la vanidad del padre, algunos veteranos consistieron en sentarse frente al pequeño, y tan solo contados jugadores de consumada maestría pudieron derrotar al infantil adversario. La admiración de todos los rodeaba… Así es como se reveló al mundo José Raúl Capablanca, uno de los maestros más grandes que ha producido el ajedrez.