Rubinstein firmó un contrato para obtener ciertos conciertos en el Carnegie Hall. Aunque no se conoce exactamente la cantidad que cobraba por cada concierto, sí es de todos conocido que era una elevada suma. El director del teatro, sorprendido por el exceso de dinero que el pianista pedía le dijo:
-Eso es mucho dinero. Usted pretende ganar en dos horas igual de lo que gana el presidente de los Estados Unidos en dos meses.
-Yo no pretendo nada ni deseo ganar nada; es más, ni siquiera estoy interesado en tocar aquí. Ahora bien, si usted cree que el presidente está mal pagado, contrátelo como pianista y páguele a él lo que yo le pido para mí.