En cierta ocasión un amigo lo invitó a cenar. Cuando ya se disponían a comer, se percataron de que faltaba sal, por lo que el anfitrión envió a un criado a comprarla.
-No tardará –se disculpó con una sonrisa.
Mientras aguardaban, el pintor, siguiendo un impulso de su naturaleza artística, dibujó con una rapidez vertiginosa los rostros de todos allí presentes.
-Un buen ejercicio de pintura es dibujar así, rápidamente –les dijo-, como mínimo tres o cuatro horas todos los días