Víctor Hugo se dedicó a la política y fue representante del pueblo en la Cámara de Diputados, donde también participaba otro escritor muy leído: Eugéne Sue. Se conocían y desde el primer día se sentaron uno junto al otro. Durante las largas sesiones ambos hablaban de literatura. Las votaciones se hacían levantándose, de modo que no levantarse era votar en contra. Mientras los dos escritores hablaban se efectuó una votación y Víctor Hugo se levantó:
-¿Votas a favor?-le preguntó Sue asustado.
-Sí, desde luego -respondió el genial escritor.
-¿Y sabes de qué se trata?
-No; no me he enterado de nada.
-¿Entonces?
Víctor Hugo le enseñó a otro diputado sentado frente ellos.
-¿Ves a ese gordo sentado ahí enfrente? No sé aún su nombre, pero he observado que nunca estamos de acuerdo. Y así siempre que hay votación, si él se levanta yo no, y viceversa. Esta vez no se ha levantado, por lo tanto lo hice yo.