Pirandello casi nunca hablaba en público, y además no lo hacía muy bien. En 1934, en la redacción de París-Soir, dieron una recepción en su honor, por lo que se vio obligado a dirigir algunas palabras a los concurrentes, que por cierto fueron muy originales:
-Les ruego que me perdonen, pues lo cierto es que he dedicado tanto tiempo a escribir, que no me ha sobrado ni un minuto para aprender a hablar. Muchas gracias.