Rossini ofreció al rey Fernando VII, quién lo recibió fumándose un tabaco. De inmediato abrió una caja, buscó otro, a medio fumar, y se lo brindó al consternado músico, quien se disculpó pero no lo aceptó.
La reina María Cristina se acercó al aturdido Rossini y le susurró en italiano:
-Debe aceptarlo, es una distinción que el rey ha tenido con usted.
El músico les respondió en el mismo idioma:
-Lo sé, Alteza, pero nunca he fumado y temo cometer un grave error, quizá peor que el que no acepte fumar el cigarro.
Luego de lo cual la reina echándose a reír cambió la conversación, y el rey, guardó su tabaco.