Héctor García (1923-2012) Mérito – Reconocimiento

Alberto Carbot, periodista, cuenta de Héctor García, uno de los fotógrafos mexicanos más importantes de la historia: «Es común que un reportero diga ‘mi fotógrafo’, pero en nuestras aventuras periodísticas, yo era el reportero ‘del fotógrafo García’”.

Sand, George (1804-1876) VENGANZA- CASTIGO- IRONÍA

Solange, su hija, se casó muy joven con un pintor mediocre llamado Clésinger. George Sand nunca aprobó aquel matrimonio. Incluso lanzó una amenaza literaria contra su futuro yerno.

-Si usted se atreve a casarse con Solagne-le dijo- lo haré protagonista de mis libros. Sin decir su nombre, le aseguro que todos lo conocerán.

Y Clésinger, que gozaba de una buena agilidad mental, le respondió:

-Y yo, en venganza, la pintaré desnuda, pero con el rostro tapado. Estoy seguro de que, si no todo el mundo, muchos hombres la reconocerán.

Murillo, Bartolomé Esteban (1617-1682) BONDAD- DISCÍPULO- RECONOCIMIENTO

Murillo trabajó mucho durante su vida. Tenía un sirviente llamado Sebastián Gómez. Un día, el pintor llevó a sus Discípulos a estudiar las buenas pinturas del museo. El criado, que tenía cierta aptitud para la pintura, al quedarse solo en la casa entró al estudio del pintor y vio, en un caballete, un cuadro de la Virgen solo esbozado. No pudo resistir la tentación, cogió los pinceles y dio algunas pinceladas en el cuadro. Cuando regresó el pintor, se percató en seguida de que alguien había pintado ahí, llamó al criado, que por supuesto negó el hecho. Murillo, desconsolado, le dijo:

-Pues el que ha pintado esto puede llegar a ser un buen pintor, sin dudas.

El criado, ante el inesperado elogio, respondió:

-He sido yo, señor, discúlpeme.

Murillo le perdonó, y le vaticinó un buen porvenir como pintor_

-Estoy satisfecho de haber producido, además de cuadros, un pintor.

Desde entonces, Sebastián Gómez dejó de ser su criado para convertirse en su Discípulo predilecto. Pero, desdichadamente no obtuvo suficiente fama.

Byron, lord (1788-1824) REALIDAD

Su largo poema Childe Harold es la narración de su primer viaje a Grecia, fue un gran éxito. Byron sabía grande trozos de memoria y, cuando sus amigos le hacían alguna pregunta, les contestaba con trozos de poema. Alguien le dijo:

-Todo el mundo habla de ti ahora.

Y contestó enseguida:

-Esto es cierto, si se entiende por todo el mundo los tres o cuatro mil que están despiertos a la realidad, mientras los demás duermen.

Dumas, Alejandro (hijo) (1824-1895) PATERNIDAD- ADMISIÓN- RECONOCIMIENTO

Dumas era hijo natural de Dumas padre y Marie Catherine Lebay. Al parecer, también él tuvo hijos naturales con varias mujeres. Uno de sus hijo biológicos cuenta que, una vez, fue citado por el juez para que reconociera a un hijo suyo. Era la madre del niño la que pedía el reconocimiento. Dumas dijo que si veía al niño y lo conocía, lo reconocería. En una de las citaciones, compadeció a una mujer con el niño en brazos. Dumas los vio y expuso esta curiosa declaración.

-Reconozco a este niño como hijo mío; pero me es totalmente imposible reconocer a la madre- dijo asombrando a todos.

Y por más que ella intentó reconstruir ciertos detalles de su efímera relación, él no lo recordó, o fingió no recordar nada. Hasta que al fin el juez, ya cansado, le preguntó:

-Pero vamos a ver señor Dumas: ¿Conoce o no conoce a esta mujer?

-¡Claro que sí! Hace ya una hora que discuto con ella. Y si la sesión dura una hora más, llegaremos a ser buenos amigos.

Dickens, Charles (1812-1870) APRECIACIÓN- RECONOCIMIENTO

Una prueba de la gran popularidad de las obras de Dickens, nos lo muestra el hecho de que la gente lo detenía en la calle, y le preguntaban detalles sobre sus personajes. Sus novelas se publicaban por fascículos y eran leídas con tanto interés, que detenían al autor para preguntarle cómo continuaba el argumento, sin que el mismo Dickens pudiera contestarles, por que muchas veces no lo sabía.

En cierta ocasión, una desconocida se le acercó a estrecharle la mano y le dijo:

-Quiero estrechar esta mano que me ha llenado la casa de tantos buenos amigos.

Se refería a los personajes de sus libros.

Dickens, Charles (1812-1870) PRESUNCIÓN- CREATIVIDAD

Dickens era un hombre especialmente dotado como escritor, como autor y como imitador. Desde niño, en el colegio, daba sesiones él solo a los demás condiscípulos. Entre todos, pusieron en escena una obra que él mismo había escrito a los doce años: misnar, sultán de la India.

Un día uno de los profesores le aseguró:

-Tú llegarás a ser alguien.

Y el niño Dickens le contestó, muy convencido, aunque sin ninguna presunción:

-Ya lo soy, profesor.

Debussy, Claude (1862-1918) ADMIRACIÓN- RECONOCIMIENTO- TRIUNFO

En una ocasión, ya famoso, se hallaba viendo una función en el circo, espectáculo que le gustaba mucho, cuando uno de los payasos se le acercó y le dijo emocionado.

-Saludo a nuestro gran artista.

-También usted es una gran artista- rebatió.

Y se entabló en un diálogo entre el músico y el payaso que el público siguió con atención.

-No; yo soy un payaso y todo mi arte consiste en recibir patadas y hacer piruetas.

-también nosotros los músicos recibimos patadas, y no de un compañero, si no de los críticos y del público.

-Pero todo el mundo los conoce.

-Pero ustedes consiguen algo a veces tan difícil: que todo el mundo ría.

Y el payaso, entonces, le hizo una proposición.

-¿Cambiemos? Yo a la música y usted a la payasada.

El payaso llevaba un violín y empezó a tocar, por cierto bastante bien. Debussy se levantó, y puso de cara al público puso una expresión grotesca y con una voz atiplada gritó:

-¡Ua! ¡Ua! ¡Ua!

El público aplaudió frenéticamente: ¡El “cambio” fue todo un buen éxito!

Chaplin, Charles (1889-1977) IRONÍA- IMITACIÓN- RECONOCIMIENTO

Se cuenta que Charles Chaplin pasaba en cierta ocasión en coche en un pueblecito de los Estados Unidos, cuando vio un cartel que anunciaba un concurso de imitadores de Charlot. Se quedó a comer allí y se presentó al concurso. Eran siete los concursantes y Chaplin y quedó en segundo lugar. Minutos después, al felicitar al ganador, le dijo:

-Lo hace usted mejor que el propio Charlot.

-¿Usted cree?- interrogó el emocionado imitador.

-Sí, por supuesto, y el jurado también