Heine era de origen judío, se convirtió al cristianismo. De su conversión daba la siguiente explicación:
-Así en el otro mundo no me encontraré con ninguno de mis parientes, todos son judíos.
Heine era de origen judío, se convirtió al cristianismo. De su conversión daba la siguiente explicación:
-Así en el otro mundo no me encontraré con ninguno de mis parientes, todos son judíos.
Iba don Pedro todos los días, cuando sus achaques se lo permitían, a decir misa en la iglesia de San Salvador. Don Pedro llegaba casi siempre tarde, y el sacristán, que era hombre carácter más atrevido y devoto, solía reñirle, y refunfuñaba tanto que el poeta varias veces a punto de enviarlo a paseo.
Cierto día, en que como de costumbre, llegó tarde, le dijo el sacristán que los fieles esperaban hacía rato, y que tanto abuso no debía soportarse.
Don Pedro no contestó palabra y empezó a revestirse. Al ponerse el alba, que estaba muy usada, se hizo un rasgón en ella, y entonces, volviéndose al sacristán le dijo:
-¡Hombre, me dices que llego tarde, y vengo… a romper el alba!
Iba don Pedro todos los días, cuando sus achaques se lo permitían, a decir misa en la iglesia de San Salvador. Don Pedro llegaba casi siempre tarde, y el sacristán, que era hombre carácter más atrevido y devoto, solía reñirle, y refunfuñaba tanto que el poeta varias veces a punto de enviarlo a paseo.
Cierto día, en que como de costumbre, llegó tarde, le dijo el sacristán que los fieles esperaban hacía rato, y que tanto abuso no debía soportarse.
Don Pedro no contestó palabra y empezó a revestirse. Al ponerse el alba, que estaba muy usada, se hizo un rasgón en ella, y entonces, volviéndose al sacristán le dijo:
-¡Hombre, me dices que llego tarde, y vengo… ¡A romper el alba!