Wellington era tan severo en cuanto a la disciplina, que muchos de sus hombres lo detestaban. En cierta ocasión cuando sólo era coronel, haciendo cierta maniobra se cayó al río y un soldado se tiró al agua para prestarle ayuda. En reciprocidad, quiso saber que coronel qué podía hacer para recompensar al valiente, a lo que éste le contestó:
-Sólo le ruego que no le diga absolutamente a nadie que lo he sacado del río.
-¿Pero… por qué?
-Por que si mis compañeros se entera, entonces me echarán al río, y a mí no habrá quién me saque.